Los valores que confieren autoridad personal han ido cambiando a lo largo de la historia de la humanidad. En este momento de crisis económica, de dificultad e incertidumbre, cobra un valor especial la capacidad para dirigir la nave en mitad de la tormenta sin alejarse de los valores esenciales.

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7 CLAVES PARA GANAR AUTORIDAD PERSONAL


Ganarse el respeto y el reconocimiento de sus colaboradores es en sí mismo un reto que muchos jefes no alcanzan. La autoridad personal se instituye a base de:
Liderar respetando a las personas, sin traicionarse en la dificultad, sin romper el equipo con decisiones erráticas, sin esconderse, siendo un referente…
Se hace fundamental mantener el sentido del humor en la adversidad y la humildad para seguir aprendiendo.
Crear condiciones para la colaboración.
Defender el amor por el trabajo bien hecho.
Tomar decisiones cuando otros no deben o no son capaces de hacerlo.
Ser imaginativo, conservar altos niveles de energía.
Y, en opinión de los propios directivos, tener una alta dosis de consistencia personal.

5 CUALIDADES DEL LÍDER IDEAL


La capacidad de comunicación.
Proporcionar los recursos al equipo para que este realice su trabajo. Es la figura del jefe como comunicador y gran proveedor, lo cual contribuye a la credibilidad del directivo.
El buen líder se percibe fundamentalmente como alguien que muestra con claridad sus directrices y que genera las mejores condiciones de trabajo para su equipo.
Su formación universitaria.
No es tan relevante, pero no deja de ayudar, para un jefe ideal que resulte agradable y que mantenga relaciones de amistad con sus colaboradores.
Todos los jefes imprimen modelos de gestión que pretenden que sean las líneas de trabajo a seguir en la compañía. Los líderes más eficaces son conscientes de los espacios de mejora y no dejan de aprender durante toda su carrera directiva.

¿USO DE LA AUTORIDAD? TAL VEZ UN POCO Y A VECES


El líder debe imponer su autoridad, aunque sea impopular. No obstante, el líder no debe abusar del uso de su autoridad. Los empleados distinguen perfectamente cuando su uso está justificado y cuando resulta caprichoso. En todo caso, el uso de la autoridad debe ir paralelo a un extraordinario respeto hacia las personas.
El líder tiene derecho a exigir, a dar órdenes, etc., lo que no tiene derecho bajo ningún concepto es a abusar de las personas, a avasallarlas, a humillarlas. Un uso injustificado de la autoridad afecta muy negativamente a la unión entre el líder y sus empleados.
Por el contrario, si el líder promueve una dirección participativa, este modelo de gestión también se irá extendiendo por todos los niveles de la empresa.
Hay que dejar muy claro que el dirigir mediante la empatía e inspiración no implica ser menos exigente. Y ser exigente es inherente a la función de un líder efectivo. En un mundo tan competitivo como el actual un alto nivel de exigencia es esencial para que la empresa sobreviva.
Por último, hay que señalar que, aunque se busque generar en la organización un ambiente de trabajo agradable, participativo, evitando tensiones innecesarias, el empleado debe tener muy claro que no se admitirá bajo ningún concepto la menor indisciplina.
Al empleado hay que tratarlo como una persona responsable, pero hay que exigirle también que corresponda, comportándose con madurez.