
Pero ¿sabes qué? Las mamás que se dedican al hogar también.
Creo firmemente que todo es un equilibrio. Una no podría existir sin la otra. ¿Qué está bien? ¿Qué está mal? Todo y nada. Es cuestión de perspectiva.
Eso sí: hay algo que inevitablemente nos conecta a todas… la culpa.
Las mamás que trabajamos sentimos culpa de perdernos festivales, reuniones escolares, momentos espontáneos.
Las mamás que están en casa, muchas veces sienten culpa de no perseguir otros sueños profesionales o personales.
Siempre he pensado en esas habilidades extraordinarias que desarrollamos como mamás, dichas habilidades por cierto el mundo laboral las valora enormemente, por ejemplo:
o Gestión de riesgos: Vemos peligros antes de que pasen.
o Organización y planificación estratégica: Logística de agendas, citas, actividades, todo.
o Resolución de conflictos: Desde peleas de hermanos hasta negociaciones en la vida diaria.
o Toma de decisiones bajo presión: ¿Pañal, leche o llamada urgente?
o Inteligencia emocional: Sabemos cuándo escuchar, cuándo actuar, cuándo abrazar.
o Multitasking consciente: Priorizamos lo realmente importante.
o Empatía y liderazgo humano: Ponemos a las personas en el centro.
o Comunicación asertiva: ¡Nadie explica mejor que una mamá a contrarreloj!
Este liderazgo que se forja en la vida cotidiana de las mamás genera productividad real en los equipos y organizaciones.
Mamás líderes son mamás que:
o Visualizan riesgos y oportunidades.
o Gestionan con empatía y visión estratégica.
o Crean ambientes de trabajo resilientes y humanos.
Sí, es un tema de género.
Porque cuando más mujeres (y especialmente más mamás) acceden a puestos de decisión, todos salimos ganando:
o Se diversifica la forma de pensar.
o Se amplía la visión de negocio.
o Se prioriza el balance entre vida y trabajo.
o Se construyen culturas organizacionales más humanas, más productivas y más sostenibles.
Y si hablamos de puestos de alta dirección o Board Members, estas habilidades deberían ser un "must" en cualquier organización moderna.
Porque liderar desde el corazón, con inteligencia estratégica y resiliencia, sí se puede (y empieza en casa).
Y ser mamá no es solo el 10 de mayo.
Ser mamá es para toda la vida, desde el momento en que tienes hijos.
No soy mamá solo en mi casa y luego colaboradora en la oficina: la maternidad es una mochila invisible que llevo siempre, como una backpack llena de amor, preocupaciones, prioridades y sueños.
¿Y sabes qué?
Sí, soy muy buena en mi trabajo, y eso también es gracias a que he encontrado empresas conscientes, colegas empáticos, clientes y proveedores que entienden que detrás de cada profesional hay una historia, una familia, una vida real.
Por eso necesitamos más empatía, para que dejemos de hacer "maravillas" y simplemente podamos ser personas, completas, imperfectas, reales.
Mi invitación para este mayo:
•Busca tu felicidad como mujer y como mamá.
•Disfruta a tus hijos(as) en cada etapa, sin culpas.
•Y sobre todo: Invierte en ti.
Tu crecimiento personal es el mejor legado que puedes dejarles.