El uso de las energías limpias y la implementación de políticas encaminadas a una transición energética son ya una realidad. Son diferentes organismos, tanto del sector público como del privado, aquellos que poco a poco dan forma a las bases del suministro de energía del mañana.
A pesar de que tomamos como referencia modelos que han sido exitosos a nivel internacional podremos encontrar obstáculos en el ámbito cultural y en el tecnológico que nos obliguen a adaptar los modelos ya mencionados.
Sectores de la población acostumbran aplaudir aquellos esfuerzos destinados a la procuración y renovación del medio ambiente, sueñan cuando un impacto ecológico positivo aparece en las primeras planas, se motivan cuando emprenden acciones consideradas como verdes. Es importante que si reconocemos la presencia de este grupo de personas con ideas que apuntan la sustentabilidad, también aceptemos que son mayoría aquellos otros sectores que simplemente ignoran esas acciones y que priorizan otro tipo de actividades. Es el segundo grupo de personas el que compone una primera barrera cultural contra la transición energética.

¡Soy 24 Horas de Sol… Sea 24 Horas de Sol conmigo y desafiemos estos retos!
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¿A qué se debe esta apatía de la cual hemos comentado o cuáles podrían ser esas otras prioridades que estarían por encima de un futuro más sustentable? Por supuesto que problemáticas sociales como la pobreza extrema, escasez de recursos, desigualdad social, entre otras cosas, estarán por delante por ser necesidades básicas y suficientes para un ser humano social. Sin embargo, también reconocer que la misma falta de educación es la que permite que la implementación de nuevas tecnologías se encuentre desapercibida para el grueso de la población.
Es la educación un elemento clave para que todos salgamos adelante en cualquier ámbito. El que una persona con una necesidad cuente con bases sólidas para especificar un satisfactor le permitirá tomar la mejor decisión posible. Del mismo modo, aquellos que proveemos la solución a esas mismas necesidades tenemos la obligación de estar capacitados tanto para ofrecer cada vez mejores opciones a clientes consolidados, como para realizar la importantísima labor de educar al mercado. Debemos promover la confianza en aquellas nuevas tecnologías que para algunos siguen siendo mitos, de cobijar a todos los que tengan temor en emprender proyectos y guiar a los que ya tomaron una decisión. Ambos, consumidores y proveedores, necesitamos educación para realmente elegir la tecnología adecuada, innovar con ella y, en algún momento, desarrollarla nosotros mismos.


Afortunadamente para nuestra causa ya existe experiencia basta para continuar edificando. Un primer paso quizás fue la generación de energía para que ahora podamos apuntar a conceptos como el autoconsumo y almacenamiento en una gestión energética.
Es ahí donde volvemos al punto donde el know-how tiene que ser de lo más claro para todo el mercado. ¿Por qué algunos encontramos la inyección y venta de energía como único provecho económico de las renovables? ¿Por qué otros escuchamos hablar de “almacenamiento de energía” e inmediatamente pensamos en baterías y en soluciones extremadamente caras? Importantísimo es descubrir que podemos almacenar energía potencial o calorífica también, que cuando no podemos abandonar las fuentes fósiles sí podemos reducir el uso de las mismas a través de otras fuentes de energía, fuentes que también complementen la participación de baterías en alguna otra aplicación, fuentes que son diversas y que compiten entre sí la mayoría de las ocasiones, fuentes que hoy deben unirse para afrontar el mayor reto personificado por la siempre presente y dañina figura del desconocimiento.