So peligro de que ustedes amables lectores, empiecen a hacer cuentas y calculen la edad de esta su humilde colaboradora, porque al hacer referencia de semejante “hito” de las caricaturas animadas de los 60’s y 70’s es probable que la cifra se descubra. Pero como Don Gato es el embajador y representante más adecuado para el tema que nos atañe en esta ocasión, es menester correr este riesgo.

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Aquellos a quienes este locuaz personaje nos deleitó por las tardes de nuestra infancia, fuimos testigos de las más inigualables aventuras, Don Gato se embarcaba en las faenas más excéntricas y los proyectos más ambiciosos jamás antes vistos, por lo menos para mí hasta ese entonces, por supuesto que el buen Matute quien era el representante de la ley y en su afán de mantener el orden de las cosas dentro de su universo, no reparaba en recordarle a Don Gato que él era solo eso, un gato, que además vivía en un basurero y no tenía un centavo partido por la mitad.

Don Gato, se despertaba cada mañana, lleno de sueños. ¡Todo era insuficiente y nada era imposible! ¡Qué maravilla ver como el mundo entero estaba a sus pies!, para este gatito no había obstáculo infranqueable.

Y entonces aparecía en escena su incondicional Pandilla, todos fieles compañeros, leales e incansables seguidores, bastaba con escucharlo para convencerlos de las cosas más descabelladas y los planes más arriesgados, en un santiamén la pandilla entusiasmada, corría a poner en práctica cada una de las instrucciones giradas por su jefe, pero…. Por alguna extraña razón, y contra todo pronóstico, funcionaban, todo se ejecutaba a la perfección con la sincronía de un reloj suizo, la verdad es que nunca lograban convertirse en millonarios que normalmente ese era el fin perseguido en cada episodio, y que al final, nunca lograban.

Y ustedes se preguntaran, para donde va esta historia, pues bien, Don Gato es la máxima personificación de un gran líder… con una claridad máxima, él sin duda alguna sabía lo que quería, cuando y porque lo quería, sus objetivos estaban perfectamente trazados, no había interpretaciones, ni áreas “grises”, ahí había una meta completamente definida y la comunicaba a todo lo largo y ancho de su cadena de mando.

Don Gato además era un gran administrador, su mínimo o nulo presupuesto, lo hacía valer, obtenía el mayor beneficio posible de sus recursos y lo aprovechaba, ahí no había desperdicio, aquella organización profesaba y vivía el “Lean Manuacturing”.

Era un excelente reclutador, pues Don Gato fue capaz de reclutar al equipo perfecto, tenía al gatito adecuado según su personalidad, ejerciendo el puesto para el cual tenía la mayor habilidad, en ese basurero, nadie le “pedía peras al olmo” , mantenía a su equipo de trabajo motivado, él sí que sabía reconocer los logros y reprender con respeto las fallas y áreas de oportunidad de sus bigotudos empleados, y para muestra basta un botón, Don Gato tenía cero rotación, por décadas sus apreciados gatitos lo acompañaron sin chistar.
Este minino era una inspiración para su equipo de colaboradores y un encanto para todos sus clientes (o víctimas como mejor elijamos verlo).

Sin importar su realidad y los limitados recursos con los que contaba, Don Gato no se quejaba, si una cosa no resultaba, intentaba otra y otra más, era incansable, incrédulo de su “realidad” no aceptaba un no por respuesta y jamás se daba por vencido a pesar de las críticas, burlas y malos pronósticos.

Sin lugar a dudas el secreto de Don Gato, era que su gente se divertía y gozaba cada una de sus tareas, llenos de emoción y exaltación abrazaban cada nueva aventura sin vacilar, con la completa certeza de que lograrían cualquier cosa que se propusieran, simplemente porque eran un gran equipo y juntos eran la máquina perfecta.

Así que amigos míos, les dejo un gran saludo, esperando que podamos encontrar al Don Gato que todos llevamos dentro, deseando que logremos dejar de lado al Matute que nos susurra en el hombro todas las razones por las cuales no podemos alcanzar nuestras metas y presupuestos (de ventas, producción, rotación, productividad, etcétera) y deseando que el inicio de este segundo trimestre del 2015 encuentre a nuestras pandillas llenos de energía y entusiasmo, para arremeter con fuerza y “jalarle los bigotes” al aciago destino, con la plena certeza de que somos todos y cada uno de nosotros quienes definimos nuestro éxito.